2022/07/24

Ingredientes de la animación vocacional SaFa 5

¿Quiero ser fecundo en mi tarea como animador vocacional?

Ser fecundo significa producir resultados buenos y abundantes, tener muchos logros en lo que se realiza. Toda persona que hace una actividad o un trabajo quiere ser fecundo. De hecho como animadores vocacionales también queremos ser fructíferos. No tiene sentido emprender el camino de animador vocacional si no se desea ser fecundo en la labor.  Si no fuera así se convertiría en un deber de obediencia durante algunos años y esa actitud nos llevaría a alejarnos de la voluntad de Dios.

Los que tenemos esta misión de animadores vocacionales, definitivamente queremos ser fecundos, esto es el mayor deseo y a la vez el reto más grande; sentimos que el hecho de llevar a otros a vivir las enseñanzas de Cristo es parte de la misión en nuestras vidas. Como dice el Evangelii Gaudium «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo». 

Sentimos además que es una responsabilidad, como hijos de Dios, tratar de ser fecundos en la tarea de animador e intentar despertar en otros la vocación de ser un Hermano o laico comprometido con la fe. Como diría el Papa Francisco en la exhortación apostólica Christus vivit: “Somos llamados por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que recibimos. Porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda. Por consiguiente, hay que pensar que: toda pastoral es vocacional, toda formación es vocacional y toda espiritualidad es vocacional”.

El éxito en la actividad de animación vocacional es la esperanza de todos y nos basamos en la frase de nuestro fundador: “Si esta obra es del hombre perecerá, pero si es de Dios perdurará para siempre”. Estas son las palabras que nos inspiran en el cumplimiento del deber como animador vocacional para poner a Dios en el centro en esas tareas y para que  se conviertan en la obra que Dios nos ha confiado. De lo contrario, seríamos inútiles en la Congregación e incluso en la Iglesia; porque no sólo no estaríamos haciendo la misión sino que tampoco permitiríamos que otros la hagan. La animación vocacional debe ser fecunda, debe generar vida ya que no ser fecundos sería no dejar “descendencia”.

Un animador vocacional no nace, se hace, igual que uno aprende a ser herrero forjando,  cuando uno empieza a realizar este servicio, observando lo que hacen otros animadores vocacionales, proponiendo iniciativas y poniendo empeño, se aprende. La fecundidad no depende sólo de nosotros, de nuestras acciones, de nuestras actividades, se fortalece en la comunión con el Señor, en la comunión con nuestros hermanos y en la comunión con nuestra Casa Común.

Sin embargo, a veces las expectativas no coinciden con la realidad y nos dejamos llevar por las espinas y las piedras que nos rodean y se siente que nos faltan herramientas o conocimientos para dar mejores frutos ya que nos gustaría poder contagiar el carisma respetando las historias personales, familiares y comunitarias de cada sujeto. 

En el contexto actual es muy desafiante conseguir vocaciones reales o dignas y puede aparecer la tentación de dejárselo todo a Dios o a los otros ante las dificultades y la esterilidad que se vislumbra en el desarrollo de esta misión. Sin embargo, la sabiduría de la vida nos enseña a hacernos cargo de los problemas tomando conciencia de su existencia, sin negarlos ni rechazarlos, sino acogiéndolos. Por lo tanto hay que hacer todo lo posible para que el resultado sea el mejor con la cooperación de Dios que llama, para ser partícipes de su obra. Pero somos nosotros los que tenemos la responsabilidad de poner los medios para que esa llamada se canalice y cristalice: “que Dios se sirva de mí para realizar su voluntad” y trabajar así esperanzadamente en la construcción del Reino.

Como animadores deseamos también que otros puedan experimentar la vida cristiana vivida desde la perspectiva nazarena y se sientan parte de una familia. Eso también es darle sentido a lo que  hacemos y dotar de sentido nuestra propia vida: buscando siempre que la persona se apasione de las cosas de Dios, se anime a tener una experiencia con este Dios que nos ha regalado su amor y que conozca el carisma del Hermano Gabriel, que debe seguir viviendo y  marcando una diferencia en las comunidades y en las escuelas. Queremos dejar descendencia y tenemos que saber que cada candidato encontrado es un “posible Hermano”. También intentamos ayudar a las personas a través del Evangelio para que puedan entender el sentido de sus vidas.

La fecundidad se produce cuando hay preparación y confianza en la tarea o misión que se lleva a cabo. Los frutos vocacionales, o sea los resultados no suelen seguir los criterios humanos, ni los objetivos de tiempo o las horas de trabajo. La lógica de Dios, que también es vocación, tiene otros criterios: perseverancia, confianza, entrega, armonía, cercanía. 

Quizá la pregunta sea: ¿CÓMO? 

- Observando las necesidades locales y las del entorno, 

- tratando de desarrollar en un carácter capaz de ayudar a los demás, 

- confiando en la gracia, respondiendo con responsabilidad al llamado de lo que Dios quiere para nosotros en cada circunstancia de la vida, 

- discerniendo permanentemente bajo el soplo del Espíritu de Jesús por la fecundidad de la Iglesia, prosperidad del Instituto y de nuestra Familia SaFa,


E
so es lo más importante en el trabajo que realizamos, que la semilla que se siembre en el corazón de los jóvenes pueda brotar y dar frutos, teniendo la capacidad de reinventarnos, con el testimonio de vida, irradiando luz y esperanza en las familias y comunidades, a través de la oración, de la comunicación, de la disponibilidad y la escucha, aprendiendo tanto de la experiencia personal como de las experiencias de otros hermanos y hermanas, trabajando en equipo, poniendo nuestros dones al servicio de la pastoral, de la tarea concreta enmarcada en el carisma propio de los Hermanos. 

Por otro lado, es importante la paciencia y el respeto de los tiempos y procesos de cada candidato y la perseverancia. Éstos son algunos de los medios que hacen posible que la misión de animación vocacional pase de la teoría a la realidad, que se encarne.

Es cierto, también que hay momentos difíciles en los que no es fácil la misión, pero precisamente hay que observarlos desde la óptica de la oportunidad. Una de las frases que marcan mucho la tarea pastoral es: Donde abundó el pecado sobreabundó la GRACIA. Esto alienta cuando todo se vuelve en contra, porque el grano de trigo debe morir para ser fecundo, por lo tanto, no siempre será fácil y siempre será un riesgo y una aventura. Pero indudablemente el anhelo más grande como animadores vocacionales es ver los frutos y verlos en abundancia.

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