2020/10/16

INGREDIENTES DE LA ANIMACIÓN VOCACIONAL SAFA Segunda parte

 

INGREDIENTES DE LA ANIMACIÓN VOCACIONAL SA-FA

INGREDIENTES DE ANIMAÇÃO VOCACIONAL SA-FA

INGREDIENTS OF SA-FA VOCATIONAL ANIMATION

LES INGRÉDIENTS DE LA ANIMATION VOCATIONNELLE SA-FA


1.      Confianza en Dios.

 

La primera convicción es que, al ser una cosa de Dios, el misterio está presente y sus caminos son diferentes a nuestros caminos. Por ello una de las actitudes es la confianza en la Providencia, en el dueño de la mies, especialmente cuando uno está desesperado por no ver frutos o se presentan problemas. 

Confiar en Dios y entregarse totalmente. Como sabemos, Dios es el dueño de la mies y nosotros sólo somos un instrumento que él usa para cosechar los frutos. La oración es siempre importante, por esta razón el Hermano Gabriel dijo que "la oración es la piedra angular de nuestro Instituto"[1]. Durante su vida puso todo el trabajo vocacional en las manos de Dios, con el convencimiento de que Él es la fuente de toda vocación. Es Dios quien hace sentir su llamada en el corazón de cada persona. Es necesario que entreguemos confiadamente todo nuestro trabajo de animación vocacional a su cuidado. No sentimos aburrimiento en nuestra misión cuando confiamos nuestra vocación y la de los demás a su cuidado. 

Orar y ser paciente cuando nuestro trabajo parezca que no da frutos. Cuando nos sentimos derrotados, pidamos a Dios que despeje el camino para ver bien la realidad y buscar Su Voluntad, junto con aquellos que pone en nuestro camino, para ser testigos de nuestra vocación religiosa de una manera adecuada. Ser valientes y tener paciencia son la clave para dar fruto. Hacemos nuestra parte y dejamos que Dios haga la suya. "Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38). 

Cultivar una convicción positiva. Uno de los aspectos más importantes del animador vocacional es la convicción. Primero debemos estar convencidos de nuestra vocación y después vivirla con actitudes positivas. El modo en que vivimos nuestra vocación religiosa contribuirá a atraer a los jóvenes que nos ven coherentes.

Dios tiene un amoroso designio para nosotros y está dispuesto a ir comunicándolo en la medida en que queramos buscarlo y descubrirlo. La comunicación de Dios al ser humano puede tener lugar a través de signos exteriores (por ejemplo, la exigencia de la realidad en la que nos encontramos), pero puede también comunicarse a través de mociones interiores personales. Hay que buscar responsablemente lo que Dios puede querer de nosotros en las circunstancias concretas de nuestra vida y saber vivir en permanente discernimiento bajo el soplo del Espíritu de Jesús que nos va guiando.

 


La vocación es:

 

  • Un acto creativo que surge de la voluntad libre de Dios. Por amor gratuito, Dios llama por su nombre a las personas (Gen 17,5; Is 43,1.45,4; Jr 1,5s; Jn 10,3-28; Gal 1,13s; Ef 1,3-14). Dios entabla un diálogo con el hombre para manifestarle quién es, qué lugar ocupa y qué proyecto ha previsto para él. La llamada es programática (comunica un proyecto), autoritativa (vincula irrevocablemente) y transformadora (ilumina el sentido que debe tener la vida de las personas). 
  • Un acontecimiento misterioso. Sucede como algo nuevo rodeado de circunstancias históricas, por ello es preciso descubrirla y discernirla. Se comprende únicamente desde la conciencia de la presencia de Dios que ilumina la vida de la persona dando claridad y seguridad para obrar. Dios y los signos de su presencia serán siempre su única seguridad.
  • El ser humano dialogando con Dios colabora en el misterio de su vocación y acoge el llamado que se le hace implicando toda su personalidad y toda su vida. Se parece a un enamoramiento, en el que todas las cosas son interpretadas desde el amor, pero que hace salir de sí y de los propios intereses para buscar los de Dios. Es una realidad dinámica: Dios nos llama en cada instante de la vida.
  • Un don para una misión concreta. El hombre es llamado por Dios y es enviado a una misión que ayude a construir el reinado de Dios en medio de la humanidad. La vocación tiene como componente esencial la respuesta humana, implica la dedicación de las personas con los talentos recibidos y destina a dar unos frutos concretos (Ex 3; 4,1-19; LG 11; AG 2,5.36).

La vocación se arraiga en la dimensión más profunda del ser humano; le centra y le realiza en la dimensión más profunda de su existencia; da sentido y valor a la vida entera; integra todas sus tareas y ocupaciones; va implicada en las misiones esenciales de la vida, como el ser hombre o mujer, el formar una familia, el dedicarse al servicio de las grandes causas.

 

Somos elegidos por Dios. Todos hemos sido llamados por Dios a la vida, llamados a ser su imagen y semejanza. La vocación es un don gratuito. Es Dios quien elige a quien quiere. A toda vocación se aplican las palabras de Jesús a sus apóstoles: “Llamó a sí a los que quiso y le siguieron” (Mc. 3,13); “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca” (Jn. 15,16). Se puede aceptar o rechazar su invitación. Dios nos ofrece un proyecto de amor y nosotros respondemos en libertad

 

Como cristianos todos estamos llamados, personalmente y comunitariamente, a encontrarnos, asemejarnos y a seguir a Cristo en la vida. La sección central del evangelio de Marcos (Mc 8,27-10,52) nos dice que el seguimiento no es simple admiración, sino movimiento y cambio continuo; que no existe seguimiento sin cruz y sin el gozo de estar unidos a Cristo. Todo cristiano es un convocado a formar parte de la comunidad eclesial y tiene, por tanto, una vocación.

 

Con el bautismo empieza la realización de la respuesta a su llamada: se va formando el pueblo de los llamados. Más tarde, puede llegarnos la llamada general a vivir en Cristo (llamada a la conversión), la llamada a formar Iglesia (la comunidad eclesial), o ser evangelizador, según los carismas de evangelización. El Concilio Vaticano II nos dice que todos tenemos la vocación a la santidad: un llamado a vivir intensamente el amor a Dios y a los hombres (LG 2, AG 2, GS 22) [2].

 

¿Qué es para ti la vocación? ¿Cómo vives la confianza en Dios en medio de la animación vocacional?



[1] Hermano Gabriel Taborin: “Nuevo Guía” Pág. XXVIII.

[2] Cfr. Alfonso Pedrajas Moreno, SJ “¿LLAMADOS Y ELEGIDOS? La atenta tarea de la pastoral vocacional” Fichas: 12, 13, 14, 15 y 16. 

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