¿Qué es para ti la vocación?
Seguimos hablando de la vocación y esta vez veremos qué significa para
las personas de la Familia SaFa la vocación.
Todos nacemos predestinados a cumplir una misión
en favor del entorno del que formamos parte, de la sociedad, incluso de la
humanidad. La vocación más que un viaje que emprendemos, es una misión de vida.
Está enraizada en la dimensión más
profunda del ser humano; lo centra y lo realiza en su propia existencia. El
responder a ese llamado es lo que da sentido a la vida.
La vocación es un don, un llamado que hace
Dios en el corazón de cada persona y un misterio que ilumina la vida. Es un diálogo de amor, de un Dios amoroso que llama
y una libertad que responde. La vocación permite atender la llamada de Dios ahí
donde es necesaria, es decir, estar siempre disponible a llegar allí donde Dios
necesita de ti, que surge desde las sensibilidades y dones que Dios ha puesto
en cada uno y de la propia experiencia personal de fe.
Es un acto creativo que surge de la voluntad
libre de Dios que llama para un proyecto, para una misión concreta, implicando
poner en juego los dones y talentos de la persona llamada. Es un acontecimiento
misterioso que implica descubrir y discernir los signos que dan seguridad de la
presencia Divina en el llamado. Es una realidad dinámica donde el Amor nos pone
en camino de salida hacia los demás, es pasión, es enamoramiento, llena toda la
existencia, integrando todos los aspectos de la persona humana. Es ante todo
ser elegido por Dios, quien llama a la vida, a formar comunidad, a seguir a
Jesús, a ser santos, a identificarse con el proyecto de Dios, trabajando en la
construcción del Reino de Dios. Es dar una respuesta a la invitación que Dios hace para ser felices, es poner al servicio
del prójimo los dones que nos ha concedido.
Es una escucha constante y una confianza en
Dios, es no sucumbir al miedo de huir. Es una bendición y una gracia divina que
el Señor en su amor misericordioso nos regala e invita. Es la respuesta que
todo ser humano da a una llamada de Dios, una llamada personal y continua. Es
una respuesta diaria a la pregunta: Señor, ¿Qué quieres que haga? Significa
sentirse portador de una misión propia que invita a vivir con pasión
Nace desde el interior más profundo de cada
uno, desde la conciencia individual y la presencia de Dios que ilumina la vida
de cada persona dando claridad y seguridad para obrar, es una fuerza que
impulsa a vivir lo que uno siente en el corazón y a hacer posible el proyecto
que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Se descubre mirando el propio camino en la
vida, que va creciendo. A veces es incomprensible, misteriosa, pero cuando se
la lee haciendo oración con la propia vida se descubre la presencia de Dios en
todo momento. La vocación es servicio, entrega alegre, es mostrar el amor que
Dios tiene a todas las personas, a toda la creación.
Y
qué significa la vocación religiosa para los consagrados:
La vocación religiosa es un don especial y una llamada de Dios a
entregarse totalmente, que se recibe desde la fe y se cultiva y discierne en la
oración. A veces es un misterio que no se sabe cómo empieza y cómo termina,
pero hay un propósito, ya que los religiosos también son necesarios para el
mundo. Es un regalo que Dios da al hombre libremente, son elegidos desde el
vientre materno y moldeados según Su voluntad para una misión concreta. Es como
una carta de amor de Dios para la persona, como una invitación a participar en
la fiesta de bodas de la misión.
La vocación es una comunicación o un
diálogo en el que Dios quiere involucrar al ser humano en su plan de creación y
salvación. En esta comunicación Dios llama y espera una respuesta. También
puede decirse que la vocación es una ocupación particular o un estilo de vida
particular al que Dios llama al ser humano.
La vocación es la respuesta a la llamada de
Dios y el cumplimiento de la voluntad de Dios en una persona, es un camino de
fe en el que Dios nos llama a continuar esa fe en tiempos de dificultades y a
vivir para la salvación de las almas.
El proceso de formación permite crecer y
madurar la respuesta a la llamada de Dios. Es Dios quien concede esta vocación
a quien considere oportuno. El Señor prepara, mueve y ayuda a quienes llama,
concediéndoles la gracia y los talentos necesarios para abrazar el estado
religioso y perseverar en él. La vocación es un don de Dios que siempre se da a
cada uno para que sea responsable de utilizarlo, como un buen tesoro, con la
responsabilidad de ser fructífero, porque esa vocación llevará al reino de Dios.
También se considera la importancia de esta
tarea para el futuro del Instituto y, al mismo tiempo, la preocupación por ser
fecundos, es decir, por tener "descendencia". Dios llama, pero
nosotros tenemos la responsabilidad de poner los medios para que esta llamada
se canalice y cristalice. La cooperación con la gracia es indispensable.
En
definitiva la vocación religiosa es ser feliz amando libremente a los demás y
siguiendo la voluntad de Dios.